DISCURSO DE ACEPTACIÓN DE LA CANDIDATURA A LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA DE RADOMIRO TOMIC. 1969



Chilenas y chilenos; camaradas democratacristianos:

Ningún honor más grande puede otorgar el Partido Demócrata Cristiano a uno de sus militantes que hacerlo candidato a la Presidencia de la República, símbolo vivo, aunque sea transitorio, de sus ideales, de la lucha prolongada en el tiempo de decenas de millares de hombres y mujeres que a lo largo de Chile sirven a su pueblo en nombre de la Democracia Cristiana.

Es verdad que la Presidencia de la República le pertenece al pueblo y sólo el pueblo puede darla. Pero la candidatura presidencial de la Democracia Cristiana le pertenece al Partido y no hay más alta bandera que el Partido pueda entregar a uno de sus hombres.
Radomiro Tomic
La recibo estremecido. Estremecido hasta el fondo de mi ser por la confianza generosa de mis camaradas. Estremecido por la emoción de ser hasta septiembre de 1970 la punta de la flecha de nuestra insignia original. Estremecido de gratitud y de alegría de que me hayan escogido para encabezar el maravilloso combate que libraremos desde mañana mismo hasta septiembre de 1970. Yo sé, camaradas, yo sé, como ustedes saben, que al igual que en 1964, otra vez ganaremos la confianza, la inteligencia y el corazón de millones de chilenos, y que en 1970, como en 1964, por voluntad del pueblo chileno, Chile tendrá un segundo gobierno demócratacristiano.

Ganaremos, porque el pueblo chileno necesita que ganemos para continuar lo mucho de bueno que se ha hecho y para hacer lo mucho que falta todavía por hacer.

Ganaremos, porque durante el primer gobierno democratacristiano, durante el gobierno de Eduardo Frei, el pueblo ha visto una obra social y de otro género, como no se había hecho antes por ningún otro gobierno.

Ganaremos, porque, tal como dijimos en 1964, queda una inmensa tarea por cumplir para que el pueblo y no la minoría asuma el rol de conductor de Chile y sea el motor que multiplique la riqueza, afirme la dignidad esencial del campesino, del obrero, del empleado, del funcionario, del técnico, del científico y desencadene su prodigiosa capacidad, cuando ellos saben que están al servicio del pueblo mismo y no de un pequeño grupo.

Ya habrá oportunidades más adecuadas que esta noche, en que no hablo para el país, sino para los miembros de la Junta Nacional del Partido Demócrata Cristiano y a través de ustedes para nuestros militantes de base, ya habrá otras oportunidades de presentar las ideas sustantivas sobre la realidad de Chile y el programa de gobierno para el período 1970 y 1976, resumidas en el documento sobre “Declaración Política y Bases Programáticas” que ustedes aprobaron hace algunos minutos.

Ya habrá tiempo para ahondar en las medidas concretas que ofreceremos a la consideración de los demás chilenos, con o sin partido, para que juntos demos a Chile un nuevo destino.

Hoy, esta noche, sólo quiero reiterar mi agradecimiento a la Junta por el don precioso que me han hecho al escogerme su abanderado y el primero de sus combatientes en el próximo año.

En esta hora que corona 34 años de vida pública, en esta hora tan intensa y tan hermosa para mí, permitidme que recuerde a los que están en la raíz de todo. Los honores no pertenecen a quien los recibe, sino a quien los da.

Camarada militante de base, noble y oscuro camarada que no serás nunca Presidente de Chile, ni senador, ni diputado, ni tendrás en torno a ti el halago de la publicidad o del falso prestigio, te saludo y te agradezco. Sin ti, sin tu fidelidad a la Democracia Cristiana, sin tu generoso desinterés, esta hora no habría ocurrido nunca. A ti te pertenece.

Mujer democratacristiana, mujer chilena en general, déjame decirte: ¡Madre de tu pueblo: no hay más chilenos que los que formas con tu sangre, y los que proteges con tus desvelos y alientas con tu amor! Pero tu rol no termina en las puertas de tu hogar. Construyes en vano si no aceptas que tu inteligencia y tu corazón y tu trabajo hagan de Chile tu hijo, tu esposo, tu padre y tu esperanza!

Mujer chilena: nada haríamos sin tu presencia y sin tu participación en esta campaña, y nada haríamos sin tu presencia y sin tu participación en el segundo gobierno democratacristiano.

Ven y ayúdanos. Ayúdanos a hacer tu patria según tu pueblo noble imagen y semejanza.

A la juventud le decimos: “¡Chile te necesita como vanguardia del esfuerzo revolucionario, como el agente activo de concientización del proletariado, como el testigo más desinteresado, alto y puro de que el sentido heroico de la vida no es cierto que haya muerto en Chile; de que la voluntad combatiente y solidaria con las luchas del pueblo por su liberación tiene el poder irresistible de la marea para sepultar al egoísmo de cínicos y a la sordidez del lucro y la revancha! Tu patria y tu pueblo te necesitan.


Gabriel Valdes, Radomiro Tomic y Sergio Molina
Sin la juventud, sin los “Voluntarios de la Revolución”, será mucho más lento y confuso y contradictorio el ascenso del pueblo a la conducción de Chile. Muchacha y muchacho chilenos, busca en el servicio de la revolución, democrática y popular, lo que ella y sólo ella puede darte: la más hermosa justificación para tu vida joven.

Al pueblo, al pueblo señor de Chile, al pueblo padre nuestro, le decimos: En vano construye quien quiera construir sin tu participación. El pueblo hace la historia. Tú, no el territorio ni las fronteras, ni la bandera patria ni la canción nacional, tú eres Chile. El alma y el cuerpo y la sangre de Chile. A ti la Democracia Cristiana te ofrece avanzar resuelta y alegremente en la construcción de una nueva sociedad, popular y democrática, que sólo tú puedes hacer posible. No te escondemos nada, pueblo de Chile: no te ofrecemos desde el comienzo una vida fácil, sino mucho más
hermosa en sus posibilidades, pero también en sus exigencias. Las grandes metas de la revolución sólo podrán alcanzarse con disciplina, trabajo y esfuerzo. No podrá Chile liberarse de la miseria y de la dependencia externa sino cuando seas tú, el pueblo organizado, quien haya sustituido a las minorías de los centros de poder e influencia, y tú, el trabajo organizado de millones de personas, el que haya sustituido al escaso número de los dueños del capital como el centro motor de la producción de riqueza y del progreso nacional. No hay sustituto para el pueblo mismo. Nadie puede hacer por Chile lo que sólo la unidad, la organización, la disciplina y la determinación del pueblo mismo pueden lograr. No estamos aquí para ser tus primeros señores, sino tus primeros servidores, y esta bandera que levanto en nombre de la Democracia Cristiana para la elección presidencial de 1970, no tendría ninguna significación si tú no la alzas en tus
manos multitudinarias.

Camaradas, en esta hora tan excepcional para mí, recuerdo una noche de una primavera ya algo lejana. Fue en 1935. La noche en que en un teatro de Santiago, ya desaparecido, fundábamos un nuevo partido político en Chile: La Falange Nacional. También, como en esta noche, ya se anunciaba la primavera sobre Santiago y sobre la vasta extensión del territorio patrio.

Permitidme que termine estas palabras con la misma invocación de aquella vez:

- ¡Patria nuestra, patria nuestra, con tu nombre en el pecho se ha puesto de pie tu juventud! 




Fuente: Jorge Donoso (1988). Tomic Testimonios. Ed. Emisión. Santiago: 356-358. 


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